¿Se puede considerar verde una botella de plástico hecha con un 65% de material reciclado?
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¿Se puede considerar verde una botella de plástico hecha con un 65% de material reciclado?

Jun 04, 2023

El reciclaje está en el centro del debate en la lucha contra la contaminación plástica. Naciones Unidas está analizando cómo lograr que el mundo recicle como parte de los objetivos estratégicos del tratado contra la contaminación plástica; esos objetivos se están negociando esta semana en París. Los grupos ecologistas advierten de los problemas de dar nueva vida a los polímeros sin reducir la producción de este material, que se está extendiendo sin control por el planeta. Los ecologistas también denuncian que Europa está a punto de flexibilizar los requisitos para considerar ecológicos los envases de plástico fabricados con material reciclado.

París es sede de una reunión de las Naciones Unidas que comenzó el lunes y continuará hasta el próximo jueves. Se espera que la reunión redacte el texto de un tratado global legalmente vinculante contra la contaminación plástica. Entre otros objetivos, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) busca disminuir el uso de plástico virgen a través de la reutilización y el reciclaje, así como reducir los riesgos para la salud que representan más de 13.000 productos químicos que contienen estos polímeros. El documento que se presentará en la reunión en la capital francesa aún debe discutirse en futuras reuniones antes de que pueda adoptarse en 2024.

Mientras se negocia este tratado global, una coalición de organizaciones ambientales, incluidas Ecologistas en Acción, Coalición Ambiental sobre Estándares (ECOS), Transporte y Medio Ambiente y Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), denuncia el hecho de que los recipientes como las botellas de plástico se fabrican con un 65 % el material reciclado se considerará verde según la taxonomía medioambiental europea. Tras la polémica por incluir el gas natural y la energía nuclear en la lista de inversiones sostenibles en Europa (siempre y cuando cumplan una serie de requisitos), esta coalición de ecologistas cree que relajar los requisitos del plástico vuelve a facilitar el greenwashing de la industria. "Etiquetar la producción de envases de plástico de un solo uso como sostenible sería cometer el mismo error [que antes]", comenta Sara Bourehiyi, portavoz de Ecologistas en Acción. “La taxonomía surgió como una herramienta oficial basada en criterios científicos y [una vez] estamos viendo que no es así. Solo a través de la ciencia podemos evitar superar los 1,5 °C [34,7 °F]”, advierte.

Inicialmente, la taxonomía verde propuesta requería que los envases de plástico estuvieran hechos con un mínimo de 85 % de material reciclado; bajo los nuevos requisitos, ese porcentaje se reduciría al 65% para los envases de plástico en general. Las empresas de plástico apuestan por este cambio. Por ejemplo, Plastics Europe en España, que representa a los productores de este material, afirma que "la fabricación con un 85 % de plástico reciclado no era factible desde una perspectiva técnica, teniendo en cuenta los niveles actuales de recogida y clasificación de residuos plásticos en los Estados miembros de la UE".

La directora de biodiversidad de Greenpeace, Celia Ojeda, rechaza la noción de que un contenedor de plástico pueda considerarse verde, pero agrega que el reciclaje en sí mismo es problemático porque desvía la atención de la grave contaminación que causan estos polímeros en todo el mundo. “Este material ha llegado a su límite. Producimos más plástico del que podemos manejar; menos del 9% se recicla en todo el mundo… Al final, todo es un engaño para no reducir realmente la producción [de plástico]. Solo tener alternativas que sean a base de plástico no tiene sentido porque tendremos el mismo problema cuando terminemos de usarlo".

En las negociaciones del tratado de contaminación plástica de esta semana en París, el reciclaje no solo es parte de la solución sino también parte del problema. A mediados de mayo, el PNUMA presentó un informe que desarrollaba una serie de medidas para reducir la contaminación global por plástico hasta en un 80 % para 2040. El documento, que pretende ser una guía, se basa en la premisa de que el sistema de reciclaje actual no está funcionando porque sigue siendo más barato producir plástico virgen que reciclar el plástico existente. Para lograr una mayor reutilización, el informe propone imponer un impuesto al uso de plástico virgen. El PNUMA también aboga por el uso de botellas recargables, dispensadores a granel y sistemas de depósito y devolución.

En este caso, la crítica al reciclaje viene desde la perspectiva de la salud. El PNUMA ya había alertado sobre "los más de 13.000 químicos contenidos en los plásticos, de los cuales más de 3.200 son conocidos como peligrosos para la salud humana". Sorprendentemente, sin embargo, un informe de Greenpeace USA publicado la semana pasada también criticó el reciclaje. "La toxicidad del plástico en realidad aumenta con el reciclaje. Los plásticos no tienen cabida en una economía circular, y está claro que la única solución real para acabar con esta contaminación es reducir masivamente la producción [de plástico]", dijo Graham Forbes, director de Greenpeace. Campaña mundial de plásticos de EE. UU.

En el informe de Greenpeace, la asesora científica de la Red Internacional de Eliminación de Contaminantes (IPEN, por sus siglas en inglés), Therese Karlsson, advierte que "los plásticos se fabrican con productos químicos tóxicos y no desaparecen simplemente cuando se reciclan. La ciencia muestra claramente que reciclarlos es un esfuerzo tóxico que plantea un amenaza para nuestra salud y el medio ambiente durante todo el proceso".

El epidemiólogo Miquel Porta, investigador del Instituto de Investigaciones Médicas Hospital del Mar y profesor de salud pública de la Universidad Autónoma de Barcelona (España), dice que los polímeros pueden contener moléculas tóxicas, como ftalatos y fenoles, que ingresan al cuerpo humano a través de -envases de alimentos, latas o vasos. Estos recipientes están recubiertos con bisfenol A, una sustancia química que se ha demostrado que aumenta el riesgo de diabetes tipo 2.

El investigador también advierte que el agua embotellada, si permanece en un recipiente el tiempo suficiente, puede albergar fenoles. Aunque el riesgo de rellenar la botella pocas veces es similar a cuando se compra, apunta, ir de la fábrica a la boca de una persona es diferente a permanecer almacenado o en camiones a altas temperaturas; esto último podría aumentar el riesgo de que se liberen sustancias tóxicas. Y añade: “Una botella [hecha] de este material siempre, tarde o temprano, suelta residuos, y tienen microplásticos aunque vengan directamente de fábrica”.

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